lunes, 14 de febrero de 2011

Segunda fecha (28/12/2010)

Durante la segunda reunión de nuestro taller nos dedicamos a leer y comentar el cuento "La agonía del Rasu-Ñiti" de José María Arguedas. Publicado en 1962, este cuento nos sitúa dentro del espacio mágico religioso en el que se desenvuelve el danzante de tijeras de los andes peruanos. La historia, ubicada en la cabaña del danzak Rasu-Ñiti, nos narra el ritual en el que se enmarca la muerte de este legendario maestro, rodeado por su familia, sus músicos y su discípulo Atok’ sayku. Los personajes de Rasu-Ñiti y Atok’ sayku encarnan un mundo espiritual cuya continuidad está resguardada por la música y el baile. Los músicos "Lurucha" y don Pascual acompañan con el arpa y el violín al maestro danzak en su baile trascendental bajo la mirada del espíritu de la montaña, el wamani.

El aspecto espiritual de la danza de tijeras se encuentra estrechamente enlazado a lo musical. En su forma más tradicional, la trasmisión de repertorios entre el maestro y su discípulo cuenta con una importante dimensión mágico-religiosa, tal como lo explica Manuel Arce Sotelo en su libro "La danza de tijeras y el violín de Lucanas":

"Los Maestros reconocidos eran muy solicitados, de tal modo que un intérprete podía enlazar una serie de contratos de pueblo en pueblo y estar ausentes de su hogar durante meses. Igualmente, los jóvenes ansiosos de aprender podían peregrinar por mucho tiempo por diversos lugares hasta encontrar al que consideraban el mejor violinista, arpista o danzante que se encargara de su formación.

Esta podía durar años y comprendía también una formación espiritual en la que el Maestro inculcaba al discípulo la sabiduría de los secretos de la naturaleza, la veneración a los wamanis, a los apus y a la Pachamama, el respeto mutuo entre Maestro y alumno, etc. Además (sobre todo en los danzantes), los conocimientos que adquirían los intérpretes no sólo eran musicales o coreográficos. Los grandes Maestros, herederos de una ancestral sabiduría, sabían curar enfermedades (Cavero Carrasco, 2001: 286) predecir el futuro en sus comunidades, y podían trasmitir estos dones a sus mejores alumnos." (Arce Sotelo 2006: 52)

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