domingo, 8 de mayo de 2011

Novena fecha (05/04/2011)


En esta oportunidad dedicamos nuestro taller al cuento "Al pie del acantilado" de Julio Ramón Ribeyro. Este relato fue escrito cuando el autor se encontraba en Huamanga en 1959 y apareció publicado junto a otros dos narraciones breves ("El Chaco" y "Fénix") en "Tres historias sublevantes" (1964). No reproducimos el cuento completo por razones de espacio, pero ofrecemos un breve texto de este genial narrador, escrito poco antes de su muerte en 1994 y publicado como introducción a la edición aumentada de "La palabra del mudo" (1994).

El cuento es un género literario que siempre me ha cautivado. Desde niño, para ser exacto. Nunca olvidaré la impresión que me causó la lectura de Garduño, de Anatole France, cuando tenía once o doce años: al llegar al final sentí una especie de sofocación o de vértigo por lo inesperado del desenlace. Más tarde otros cuentos me sedujeron, pero por razones diferentes: “Los ojos de Judas” de Valdelomar; por su tono nostálgico y melancólico; “La botija” de Pirandello por lo divertido de la situación, La carta robada de Poe, por lo ingenioso de su intriga, “Bola de sebo” de Maupassant, por la sublevante crueldad de la historia, “Matías de Eca” de Queiroz, por su delicada ironía, o “Una historia simple” de Flaubert, por la concisión de su estilo. Y más tarde aún, al leer cuentos de Kaflca, Joyce, James, Hemingway y Borges, por citar algunos autores, descubrí nuevas probabilidades y goces en el relato breve; la lógica del absurdo, la habilidad técnica, el arte de lo no dicho, la eficacia del diálogo, y la sapiencia y fantasía puestas al servicio de paradojas y parábolas intelectuales.

En tanto que cuentista, yo soy hechura de estas lecturas y de muchas otras que sería largo citar. Uno está nutrido de los autores que ama, de los que algo o mucho toma y aprende, pero sobre todo está nutrido de su propia experiencia. Y la mía, por tiempo, lugar y accidentes, es diferente a la de los autores que admiro, de modo que mal podría escribir como ellos. Mis cuentos, al menos así lo creo, son el espejo de mi propia vida, la de un escritor limeño de la segunda mitad de nuestro siglo, educado en un ambiente de la burguesía ilustrada, que vivió muchos años en Europa, que desempeño más por necesidad que por gusto diversos trabajos, que alternó periodos de disipación con periodos de reclusión y que retornó a su país cargado de recuerdos y vivencias, pero con muy pocas certezas y la sensación de haber perdido demasiado tiempo, salvo quizás el empleado en escribir algunos libros, particularmente de cuentos.

Cuentos, espejo de mi vida, pero también reflejo del mundo que me tocó vivir, en especial el de mi infancia y juventud, que intenté captar y representar en lo que a mi juicio, y de acuerdo a mi propia sensibilidad, lo merecía: oscuros habitantes limeños y sus ilusiones frustradas, escenas de la vida familiar, Mliraflores, el mar y los arenales, combates perdidos, militares, borrachines, escritores, hacendados, matones y maleantes, locos, putas, profesores, burócratas, Tarma y Huamanga, pero también Europa y mis pensiones y viajes y algunas historias salidas solamente de mi fantasía a eso se reducen mis cuentos, al menos por sus temas o personajes. Que ellos —mis cuentos- tan variados y dispares, fragmentos de mi vida y del mundo como lo vi, puedan sumados adquirir cierta unidad y proponer una visión orgánica, coherente, personal de la realidad, es algo que no podría afirmar. Y que tampoco me preocupa demasiado. Así como tampoco me preocupa que mis cuentos no reflejen las mutaciones sufridas por el Perú en los últimos veinte años. Escribir sobre lo actual, sobre lo inmediato, es importante pero no indispensable. Para ello hay además entre nosotros muchos jóvenes y excelentes cuentistas. Aunque es bueno recordarles, parafraseando a Borges, que la actualidad es a menudo anacrónica.

Para concluir este breve preámbulo diré que me hubiera gustado aprovechar la ocasión para desarrollar mi concepción del cuento o si se quiere mi poética del cuento, a la luz de mis cuarenta o más años de experiencia en este género. Pero me pareció ocioso o redundante, pues dicha poética se encuentra formulada implícitamente en mis relatos, al menos para el lector atento. Me limitaré en consecuencia a enumerar al azar algunos preceptos:

1.- El cuento debe contar una historia. No hay cuento sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector a su vez pueda contarlo.

2.- La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada y si es inventada real.

3.- El cuento debe ser de preferencia breve, de modo que pueda leerse de un tirón.

4.- La historia contada por el cuento debe entretener; conmover, intrigar o sorprender; si todo ello junto mejor. Si no logra ninguno de estos efectos no existe como cuento.

5.- El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin ornamentos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la novela.

6.- El cuento debe solo mostrar, no enseñar. De otro modo sería una moraleja.

7.- El cuento admite todas las técnicas: diálogo, monólogo, narración pura y simple, epístola, informe, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia no se diluya y pueda el lector reducirla a su expresión oral.

8.- El cuento debe partir de situaciones en las que el o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en juego su destino.

9.- En el cuento no deben haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible.

10.- El cuento debe conducir necesaria, inexorablemente a un solo desenlace, por sorpresivo que sea. Si el lector no acepta el desenlace es que el cuento ha fallado.

La observación de este decálogo, como es de suponer; no garantiza la escritura de un buen cuento. Lo más aconsejable es transgredirlo regularmente, como yo mismo lo he hecho. O aún algo mejor: inventar un nuevo decálogo.


Julio Ramón Ribeyro
Barranco, 1994


jueves, 5 de mayo de 2011

Octava fecha (22/03/2011)

La octava fecha de nuestro taller tuvo como protagonista a César Abraham Vallejo Mendoza. Escogimos un texto fascinante, aunque poco difundido, de su obra narrativa. Se trata de “Los caynas”, un relato que nos acerca al pensamiento vallejiano desde los conceptos de humanidad, razón y civilización, los cuales son hábilmente subvertidos por este gran narrador y poeta. Es también un cuento que deja entrever la relación de Vallejo con su terruño. El pueblo de Cayna bien podría ser Santiago de Chuco.



El año 1920 Vallejo tiene en mente viajar a París, pero antes de enrumbar hacia Europa, decide visitar Santiago de Chuco para despedirse de su padre y hermanos. Su visita coincide con las celebraciones por la fiesta de Santiago Apóstol, entre el 13 de julio y el 2 de agosto. El domingo primero de agosto, en pleno jolgorio patronal, ocurre un amotinamiento por parte de los gendarmes del Subprefecto Meza, debido a un retraso en el pago de sus sueldos. El enfrentamiento con la población civil deja un muerto y Vallejo se mantiene al lado del alcalde y del subprefecto, intentando calmar a la población. En medio de la revuelta, ocurre el incendio de la tienda del anterior subprefecto, Carlos Santa María, quien acaba denunciando al poeta y a sus hermanos Manuel y Víctor, junto a 16 personas más, en un claro afán de venganza política.


El tribunal de Trujillo ordena su captura el 31 de agosto, por lo que Vallejo se ve obligado a ocultarse en la casa de Antenor Orrego en Mansiche. La noche del 6 de noviembre, al visitar a su abogado para coordinar su defensa, César Vallejo es capturado. Su encierro en la cárcel de Trujillo durará 112 días y marcará definitivamente sus posteriores inquietudes literarias y existenciales:


“A veces me falta paciencia y se me oscurece todo; muy pocas veces estoy bien. Llevo ya cerca de cuatro meses en la prisión; y han de flaquear ya mis más duras fortalezas...

En mi celda leo de cuando en cuando; muy de breve en breve cavilo y me muerdo los codos de rabia, no precisamente por aquello del honor, sino por la privación material, completamente material de mi libertad animal.”

(Carta a Oscar Imaña, desde prisión, 21 de febrero de 1921)


El 26 de febrero de 1921, César Vallejo concluye su encierro, pero tan solo bajo libertad condicional, ya que el proceso no prescribirá hasta 1928. Sin embargo, el período posterior a su reclusión será uno de los más productivos en la obra del poeta, quien se dedicará no solo a componer los versos que publicará en su poemario “Trilce”, sino también a escribir cuentos como “Más allá de la vida y la muerte” y “Los caynas”. Con este último relato se presenta a un concurso organizado por la sociedad cultural “Entre Nous” en octubre de 1921, utilizando el seudónimo “Del Ande”. El diario la “La Crónica” publica los resultados el 22 de mayo de 1922: Vallejo es el ganador en la categoría de “cuento fantástico”, y obtiene el premio gracias al cual puede publicar el poemario “Trilce” y la colección de relatos “Escalas (melografiadas por César Vallejo)”.


Podemos encontrar esa última publicación (“Escalas”), junto con otros cuentos y novelas de César Vallejo, en el siguiente enlace:

http://www.scribd.com/doc/13483431/Cesar-Vallejo-Novelas-y-Cuentos


También recomendamos leer el texto de Franz Kafka “Informe para una academia”, escrito y publicado en 1917. Este otro cuento fantástico, debido a su temática, merece una lectura comparativa junto al relato de Vallejo:

http://www.ordiziagune.net/jeitsi/inklusiba/Informe%20para%20una%20Academia%20%28Franz%20Kafka%29.pdf


Finalmente, recomendamos la siguiente bibliografía especializada para quienes quieran ahondar en la magnífica prosa de César Vallejo:


FERNANDEZ, Carlos y GIANUZZI, Valentino. “CÉSAR VALLEJO: NUEVOS TEXTOS (PARTE II)” En: Boletín del Instituto de Estudios. Vallejianos, filial Londres 13 (octubre 2008)

www.ucl.ac.uk/spanish-latinamerican/CCVS/Boletin13


GUTIERREZ, Rafael. “LA OBRA NARRATIVA DE CÉSAR VALLEJO” En: Anales de literatura hispanoamericana, No. 28, p. 713 – 730. (1999)

http://revistas.ucm.es/fll/02104547/articulos/ALHI9999120713A.PDF


OLASCOAGA, Fernando. “EL MUNDO ANDINO EN LA OBRA DE CÉSAR VALLEJO” (Tesis Ph.D.) Texas Tech University (agosto 2009)

http://etd.lib.ttu.edu/theses/available/etd-06022009-135732/unrestricted/Olascoaga_Jose_Diss.pdf